Siempre recordamos nuestras primeras sesiones en el agua: tablas demasiado grandes o demasiado pequeñas, neoprenos que no se ajustaban bien y la sensación constante de que necesitábamos más fuerza para surfear. Con el tiempo descubrimos algo que nos hubiese encantado saber desde el principio: para aprender a surfear no hace falta fuerza, sino técnica, calma y el acompañamiento adecuado.
Si estás empezando, estás justo en ese momento en el que todo es nuevo. Y eso, lejos de ser un obstáculo, es una oportunidad para disfrutarlo desde el principio.
Cuando comenzamos, también pensábamos que el material era lo más importante… hasta que nos dimos cuenta de que lo esencial es contar con una guía. El mar es increíble, pero no explica por qué una ola te levanta, por qué te clavas al intentar ponerte en pie o cuándo debes empezar a remar. Por eso las clases de surf son un apoyo fundamental: te enseñan a entender el ritmo del agua, a posicionarte, a leer cada movimiento y, sobre todo, a sentirte seguro desde la primera sesión.
Con ese acompañamiento, todo avanza más rápido y con más confianza.
Para empezar en el surf no necesitas complicarte la vida. Solo necesitas un equipo sencillo y funcional:
Nada más. La magia del surf está en sentir el movimiento del mar y aprender a deslizarte, no en acumular accesorios.
Con el tiempo hemos visto que la elección de la primera tabla marca la diferencia. La tabla debe ayudarte, no dificultarte las cosas. Por eso recomendamos una tabla con volumen, estable, ancha y preferiblemente tipo softboard, entre 7’6’’ y 8’0’’.
Con una tabla así, remarás mejor, cogerás más olas y te levantarás con menos esfuerzo. Y lo más importante: te motivará a volver al día siguiente.

Las olas pequeñas son el mejor escenario para aprender. Son suaves, predecibles y te permiten pensar mientras practicas. No hace falta buscar olas grandes ni desafiantes. En las olas de la cintura se aprende a mirar, a respirar, a entender cómo la energía del mar te mueve. Ahí se construye la base de todo.
La mayoría de quienes empiezan creen que el problema está en levantarse, pero casi siempre está en la remada. Remar bien es un arte: cuerpo alineado, pecho ligeramente elevado, brazos entrando al agua con suavidad. Cuando la remada fluye, todo lo demás va detrás.
Es el paso que más diferencia marca entre coger una ola… o verla pasar.
Ponerse de pie es uno de los momentos más emocionantes del surf, y también uno de los más malentendidos. No es un salto ni un movimiento explosivo. Es una transición suave, como incorporarse desde un sofá.
Mirada al frente, manos firmes, pies juntos y calma. Cuando lo hacemos con suavidad y en el momento adecuado, la tabla nos recibe.
El miedo aparece siempre en las primeras sesiones, incluso en las olas pequeñas. Y no pasa nada. El miedo es un recordatorio de que estamos aprendiendo algo nuevo.
Con práctica, acompañamiento y condiciones amables, ese miedo se convierte en respeto. Después llega la confianza. Y entonces, por fin, aparece ese momento mágico en el que todo encaja y la ola te lleva.
Surfear es una forma de volver a sentirnos pequeños, curiosos y libres. Empezar con una tabla estable, olas amables y buena compañía es la mejor manera de disfrutarlo desde el primer día. Cada caída es parte del camino y cada ola que coges es una celebración.
Si estás listo para empezar este viaje, contacta con nosotros. Estaremos encantados de acompañarte en tus primeras olas.
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